Han pasado más de tres años de la separación y de repente su olor, al ordenar esta mañana impregnaba la ropa de mi hijo, me remueve todas las entrañas. El instinto en conexión directa con el corazón. El corazón que al sentir y reconocer el olor "pega" un sobresalto, sin saber muy bien cómo ha de responder a ese estímulo. La mente interpretando (intentándolo, al menos) todo.
Aparece la náusea en el fondo del estómago, recordando (ahora sí) que es un olor que pertenece a alguien con quien has vivido una gran historia con final triste (de ahí la náusea).
Puede que sea cierto y lo confundamos con muchas otras cosas. Puede que el amor nunca muera y sólo cambie (radicalmente, en su caso) su manera de expresión.
Me siento muy triste por no haber sabido hacer las cosas de otra manera, mejor.
La nausea ahí continua, ahora más cerca de la garganta.
Ojalá pudiera llorar, pero hace tiempo que no puedo llorar.
Bueno, vamos a continuar la mañana, subidos en el carro, la vida continua.
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