Inmersa en la multitud, al detener la mirada por unos instantes en una persona concreta, detrás de su rostro sentía (al leer cada singularidad de sus rasgos) que justo ahí se encuentra el amor, el mismo que nos engendra y nos guía de pleno en la corriente de la vida.
En lo más profundo de cada ser habita la misma belleza, que se revela latido a latido y vibración en vibración en un sentir común.
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