Si con un destello oblicuo que la luz antoja dibujar en tus
iris, el todo cobra sentido ¿será o se me antoja locura?
¿O será que lo ha tenido en ese infinitesimal instante?
O, qué más da.
Es una chispilla de felicidad que, evidentemente, no tiene
ninguna explicación racional, pero que existió.
Y si te empeñabas en acompañarme en mis largos viajes,
¿acaso no iba yo a acogerte en mi seno si me hacía feliz?.
Si todo lo feo desapareciera, si lo feo desaparece, ¿acaso
no es lícito soñar?
___
Caía despacio la penumbra, alquitranando de lodo la ciudad
Y no se veían sino susurros de tristeza.
Bostezos, voces, ruido, llenaban todo el espacio y por sus intersticios se colaba la locura.
Hasta llegar a los bolsillos de mi chaqueta.
¿Dónde estará ese ser barbudo que me obsesiona? ¿Dormirá
agazapado en algún rincón del andén?.
¿O flotará colándose, a si mismo, por los intersticios de la
muchedumbre?
Y que más da, si va llenando poco a poco los de mi alma.
___
Solías esperarme al alba.
Y yo, medio dormida, esperaba ver elevarse tu preciosa
testa.
Porque en ese preciso instante se iluminaba todo.
Con un sencillo movimiento me anunciabas que ahí estabas.
Y te aproximabas con paso firme
Y yo entonces, te adoraba.
Ahora el alba me encuentra dormida
y me despiertan los mismos ruidos que al resto de las almas.
Y con todo, existirán otras mañanas
Y con todos voy, los que no saben iluminarlas, alumbrarlas.
___
06-05-07
No sé porque, a veces, nuestro pensamiento se dirige a lugares dónde sólo existe un árido paraje yermo, que nos empeñamos en ver como una florida campiña.
Inaccesible, lejano, pero, sobretodo inexistente, sólo imaginado.
Su contemplación, al vislumbrarlo, no es sino encontrase con un mar de infinitas decepciones y un tremendo lugar.
Mientras tanto, se marchitan las flores de nuestro jardín cotidiano sin habernos deleitado con su exquisito aroma que se nos ofrecía como tributo de amor.
___
06-05-07
No sé porque, a veces, nuestro pensamiento se dirige a lugares dónde sólo existe un árido paraje yermo, que nos empeñamos en ver como una florida campiña.
Inaccesible, lejano, pero, sobretodo inexistente, sólo imaginado.
Su contemplación, al vislumbrarlo, no es sino encontrase con un mar de infinitas decepciones y un tremendo lugar.
Mientras tanto, se marchitan las flores de nuestro jardín cotidiano sin habernos deleitado con su exquisito aroma que se nos ofrecía como tributo de amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario