lunes, 30 de diciembre de 2024

Tiempo

 Derramamos por doquier, en los seres y las cosas, fragmentos de eternidad, sin entender que éstos, son mucho más que  la suma de un tiempo finito que nos empeñamos en medir. 


Más, no se pueden sujetar los instantes.

Pero lo intentamos. A veces a través de la memoria y los recuerdos. 


Y para ordenar estos recuerdos recurrimos a medir el tiempo.

Y marcamos líneas divisorias entre lo nuevo y lo viejo. Como si no fuesen diferentes aspectos de lo mismo. 


Me aburre sobremanera medir el tiempo. . 


Pues al reloj ya no le duele

el vacío de la arena,

Que del agua se hizo el mar

para encontrarse con ella. 


Contxa G.L.

 Muchas palabras para decir tan poco, para a tientas escarbar en la reseca tierra e intentar encontrar mis raíces. 


Rasgo uno a uno los velos de la realidad.

Detrás del último, sólo queda la niebla persistente de mi memoria.

En esa nebulosa se va desdibujando con fruición mi propia experiencia de vida. Ahí se mezclan todos los tiempos y los espacios, sin orden ni concierto, como si tú y yo hubiésemos ocurrido en un mismo instante que se prolonga más allá de esta vida.



viernes, 20 de diciembre de 2024

No quiero

No quiero estar triste. 

No quiero que me inunde la tristeza.

No quiero que mis  labios sean un sobre lacrado.

No quiero volver a recorrer los caminos hollados por la pena.

Quiero sentir siempre el latido de su mano en mi mano, sentir de nuevo su sonrisa, notar su mirada atenta que me espera.

Cada día es un lastre que me ancla poco a poco al dolor, a lo obscuro, a la niebla que vela este frío sol de invierno.

Sigo sin entender este tránsito, esta huida, esta espera.

Si hubiera un lugar de las almas, la mía estaría con la de ella. Quizás sean una misma cosa: un orbe pleno de estrellas. Aunque no se note su brillo con estas nubes que velan.

Qué sordo es este dolor, cómo queman sus punzadas. Se me inflama el corazón pues siento extinguirse su llama. 

Una vez volé con ella más allá del Sambatyón.

Volvimos del otro lado, en el abrazo de Di-s.

Muchas veces me pregunto si fue un sueño o despedida.

Pues creía que había que morir para alumbrar nueva vida. Y no es así, sino que se renace y se crece sin medida. 

La vida todo lo muta y la muerte lo termina.








domingo, 1 de diciembre de 2024

Adios

Yo no me dí cuenta que desde el principio te estabas despidiendo.

Con tanto énfasis por entregarme al ahora, no, no me daba cuenta.

Y desde ese adiós ya proyectado en cada encuentro,  no te permitías ningún vínculo respecto de mi  al que pudieras aferrarte. Y yo sólo saboreaba la intensidad de los instantes que se propiciaban en cada ocasión.

En las distancias cortas, el más leve roce me atravesaba por completo hasta erizar la parte más profunda de mi alma.Después de la descarga levitaba de placer.  

Y yo me ilusionaba, por haber descubierto pasión, aunque ignoraba que fuese una pasión sin fundamento, construida a base de adioses.

Yo no soy para ti,  pensabas. Y sin darte cuenta te entregabas, sin poder contener tu deseo ni con la más sofisticada ceremonia de las despedidas jamás inventada.

En el fondo, yo también sabía que no era para ti. Aunque pensaras todo el rato en irte, te ibas siempre acompañado de la región más florida de mi ser. 

Tu no eras consciente que eras para mí el más bonito adiós en el que mirarme. Un recuerdo indeleble, grabado a fuego en mi piel, en mi corazón. 

Y llegó el día, en el que miraste tu reloj y luego mi rostro y nos despedimos puede que  para siempre. Y ahí lo supe. Supe que ibas a ser la ausencia más dolorosa de mi vida. 

Después vino el silencio. Y las largas noches de insomnio. Atravesé a pelo el infierno del desapego, hasta que llegó un momento en el cesó el dolor.

Mientras, tú solo pensabas: 

¿No te dabas cuenta que desde el principio me estaba despidiendo?(*)






* Frase tomada de @eltorerotuerto

 A veces descubrimos palabras, que ocultas entre líneas, iluminan las zonas más oscuras del pensamiento.

Otras veces son mensajes subliminales que se encuentran tras la estructura de un rojo atardecer lleno de serenidad y belleza.

Es ese momento divino en el que de manera consciente, se entornan un poquito los ojos, para poder apreciar mejor todo aquello que dejamos escapar en la cotidianidad de la primera vista.

Y es que detrás de lo aparente existe todo un universo perteneciente al ámbito de lo sagrado.

 Y son  esas pequeñas chispas de conciencia las que nos salvan y nos dan el verdadero sentido.