viernes, 26 de noviembre de 2021

Ese misterio que no cabe en el olvido.

 Se me están olvidando todas esas cosas que nunca te dije. A veces era por que me daba miedo tu reacción al yo decirlas. Las más de las veces, lo que me daba miedo era la mía.

Así, presas del olvido serán como si nunca hubieran existido en mi mente. Con que facilidad se volatilizan los tesoros intangibles que nos ofrece la vida.

Cuantas tardes de viernes llenas de emoción y de risas, viernes de mejillas encendidas por el alcohol y el deseo.

Cuantas señales apenas perceptibles que eran rico alimento para el alma.

Sólo tú y yo, a veces perdidos entre la multitud, y nada más parecía ser necesario. 

Tú y yo gozando del tiempo lento.

El tiempo atroz hace que se me desdibuje tu rostro y se difumine tu voz entre todo este gran silencio que ahora nos separa.

Quizás algún día no lejano, vuelva a descubrirte entre las páginas de un precioso libro o en la hermosa y perfecta música que interpreta Jaroussky.

Mientras, el tiempo y el desengaño seguirán haciendo estragos en nuestro ser, más no quedará vacío que mi imaginación no llene con el bravo mar que refulge en tu interior.

Voy a darle tiempo al tiempo y al ansia de vivir en ti, calma.

Todo comenzó como un juego y terminó en mi locura, que destruyó las fronteras entre lo real y lo posible.

A hora, a salvo, te sigo añorando, aunque haya muerto en mi toda esperanza.

Tanto bullicio de vida y ahora todo se limita a mantener a salvo su sonrisa.

Y pienso, que después de todo, mi esencia se encuentra impregnada para siempre de tu esencia, ya que tuve la gran  fortuna de interseccionar contigo en esta vida.

Ahora sé que no se trata de dos rectas que se cruzan en el espacio sin llegar nunca a tocarse.

Se trata del misterio que me llenó de ti hasta el final de mis días.




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