Eran noches sin fin, de lunas y de estrellas.
Al alba, bailábamos desnudos al sol.
La piel y la sal eran los perfectos cómplices de la tibia brisa.
Tanto bueno vivido con que hacer plenos los recuerdos.
Días en que las horas se detenían contigo.
Sólo existían tus ojos, los pies descalzos y nuestro pequeño universo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario