miércoles, 17 de enero de 2018

Bien mirado

Bien mirado, lo extraordinario cabe en cada gesto sencillo.
Se siente en las diminutas manos que se elevan como queriendo acariciar la maravilla que es el aire, aire que se prolonga de la atmósfera en siete cielos y, más allá, todo un universo infinito y complejo.
Lo extraordinario con frecuencia se aloja en el diamante en bruto que configura lo cotidiano, la cotidianidad,  más es un modo de estar y de vibrar consciente, una manera de elevarse más allá de donde alcanza el pensamiento. 
Es como esa gota infinitesimal de agua viva que purifica todo lo que permanecía obscuro e inmóvil. 
Es el instante justo en el que todo se encuentra conectado y unificado.
Es el motor de las fuerzas que no quieren rendirse cuando no se encuentra dentro la esperanza, que la esperanza es muy humana, pero lo extraordinario emparenta de alguna manera con lo que es divino.

Lo extraordinario, con frecuencia, navega entre las brumas de la razón para llevar nuestra naos a puerto certero y seguro. 

Y se van prendiendo las extraordinarias luces de la lámpara de la verdad y es que es inmensa y sobrecogedora la obscuridad sin las estrellas y los soles que habitan los cielos.










No hay comentarios:

Publicar un comentario