martes, 21 de noviembre de 2017

Elucubrando

Hoy, mientras terminábamos de comer, Marcos me ha preguntado que si pudiese trasladarme en el tiempo y cambiar cosas, hacia donde iría: hacia al pasado o a adelantarme al futuro.
Le he contestado que cambiaría cosas del pasado. 
Él, al escucharme, se ha quedado pensando. y me ha contestado:
- Yo soy un niño y a mi  edad no he vivido lo bastante como para haber hecho cosas malas, ni tampoco cosas buenas. He hecho lo normal. 
Yo iría hacia el futuro.

Y así hemos terminado de comer y la conversación.
Luego de comer, me he quedado saboreando un poco el precioso ahora que ambos compartimos.

El otro día pensaba en lo afortunada que soy por muchos motivos que, precisamente de tanto pensar,  se quedan distorsionados en una maraña silente. 
Y es que a veces no vemos bien la cara más amable de la realidad por exceso de cercanía. Es algo así como el campo de visión cercana en que se distorsionan  las imágenes demasiado próximas a los ojos.

Tenemos lo necesario en cada momento y es el ansia de fijarnos en las supuestas ausencias lo nos ciega.

De alguna manera volvemos al pasado cada vez que recordamos e integramos esos recuerdos con lo que somos hoy. Y nos asomamos al futuro a través de la mirada limpia de los niños, libre de toda carga de pensamiento. El futuro es cada nuevo interrogante que se plantea cada niño. 

Muy pocos recuerdos permanecen intactos a lo largo de la vida. Son solo aquellos en forma de sensaciones y sentimientos, los recuerdos que se produjeron en una rara excepción, esas extrañas veces en las que la ocasión llamó a nuestra puerta y la abrimos de inmediato de par en par porque supimos reconocerla y dejamos que se explayase en todo nuestro ser. 

Esos dulces recuerdos consolidan los cimientos de lo que realmente somos, son los puntos de intersección donde las almas se confunden y el patrimonio indeleble de nuestros sentimientos.

A medida que avanzamos en el momento presente siendo conscientes de nuestros actos, si obramos con el cuidado y atención que merece cada cosa que hacemos, nos cuidamos y cuidamos y hacemos de la vida un lugar más hermoso, un presente pleno. 


















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