¿Por qué nos gustarán tanto las estrellas?
De alguna manera, confundiendo la mirada en su coqueto parpadeo cómplice nos sentimos partícipes del secreto de la belleza.
Y al admirar lo inconmensurable y sentirnos en continuidad con ello, se respira mejor.
En total apertura, por un infinitésimo instante, tenemos la certeza de que todo está como tiene que estar y todo es como tiene que ser.
Y así, sobrecogidos volvemos a nuestro diminuto cuerpo y lo sentimos como el más precioso regalo.
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