domingo, 22 de octubre de 2017

La humedad se cuela por las rendijas del alba, llenado el silencio con su copioso repiqueteo.

Despiertas con suavidad, con mis caricias que recorren todo tu rostro hasta dibujar tu dulce sonrisa.
Con tus ojos cerrados, sin decir nada, me pides que prolongue el instante del contacto con tu cuerpo.

La tenue luz enciende las partículas doradas de tu piel nueva, tu piel que huele a pan recién hecho cada mañana.






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