domingo, 1 de septiembre de 2024

El oro de mi tiempo se fue con él.

Aunque flores raras sigan eclosionando a su paso.

Ese tiempo era tan hermoso en mi pensamiento que parecía que nunca se iba a acabar. Porque en ese tiempo dorado, que una vez existió, cada uno de mis latidos reflejaba el eco de su nombre.

La vida desde el  prisma de ese amor,  era liviana como el dulce aleteo de un colibrí.

Y creció la distancia que sepultaba con indiferencia al sentimiento. Y yo no quería soltar, aferrándome a mi loco deseo.

Ya no volverá ese tiempo florido. Y en mi mente  se marchitan uno a uno los recuerdos y se va erosionando el deseo.
Pero hay pequeñas reminiscencias de su ser que habitan siempre en mi alma.

Ya sólo es posible el silencio, que sepultó su presencia, en el fondo de un mar brumoso  color esmeralda.





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