El tiempo hecho jirones, en su matriz abisal me atrapa.
Qué sensación de vértigo es la de volver a ver el rostro tan amado
Y no sentir las alas agitándose en la espalda,
Ni el dulce rubor que acalora el rostro.
Serán estos los estragos del silencio.
El duro trago amargo del negro desengaño.
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