Aborrezco las excusas. Incluso las mías.
Por eso esa excusa por tu parte, repetida hasta la nausea...
No es que estuvieras ocupado.
Es que yo no te importaba.
Y ahora, con la perspectiva de los muchos años transcurridos, no quiero compartir ni un segundo de mi tiempo con alguien a quien no le importe.
No sé porqué tenemos miedo de decir que no, o de recibir un no. Porque nos importa tanto el rechazo.
Al final estamos con quien merecemos. Y yo estoy ahora mismo con una princesa muy dulce a mi lado, que me quiere mucho y yo a ella también.
Hubo un tiempo en que dedicar mi tiempo a cualquier personaje infecto me parecía buena idea. Pero, por fortuna, ya no es así.