Hoy recupero un fragmento de un escrito de hace años.
Ahí va...
El corazón es un palacio de sólidos muros, que se elevan desafiantes hacía las nubes de tormenta, sus sillares son transparentes para quien sepa ver con los ojos del alma. Sus habitantes se cuentan por millares y puede hacerse tan grande como varias galaxias.
Nunca es tarde para llegar a él, porque aunque pensamos que tenemos uno cada uno y que es algo propio el gran palacio transparente es único. Sus puertas están abiertas para quien quiera a él llegarse.
Y añado...
Al resguardo de sus muros nada malo puede pasarte.
En él, no existen ni espacio ni tiempo, sólo el prana que emana de la gracia divina y que todo lo inunda.
Y con los ojos cerrados, a su resguardo, pudiera suceder que sientas el dulce aleteo, dentro de tu pecho de tu ángel de la guarda, ese protector que te conecta con las otras dimensiones del mundo.