En plena modorra que parecía estival, nos ha pillado de lleno el dorado otoño.
Hoy la luna decidió quedarse un ratico más, para acompañarnos en esta húmeda y fría mañana.
Otro día más, distinto a todos los demás, acontece.
Y la angustia se disipa entre escogidas palabras.
Y el calor del hogar tiempla los fríos pensamientos.
El espíritu dormido se despierta hoy para intentar instaurar la calma.
Las malas sensaciones, sin objetivos que cumplir, se magnifican en la mente ocupando todo el espacio, arruinando el devenir del tiempo.
Las malas sensaciones se anulan cambiando el punto de vista fijando la atención en aquellas cosas que se hacen con y desde las manos.
Una mente para dirigir con acierto unas manos, las manos con las que a veces obramos pequeños milagros invisibles.
Un corazón para que lo que creamos tenga la consistencia y el calor adecuados y sea expresión de un lenguaje universal.
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