lunes, 17 de junio de 2019

Intersecciones


Aparece donde y cuando  menos lo esperas. Con la mente centrada en otros menesteres.

Puede que sin querer, en un encuentro casual, en el que quedas cautivada por una amabilidad y dulzura que conmueven el alma.

Pero no es sólo el lado amable lo que te hechiza, hay más. Mientras escuchas hablar, te das cuenta que hacía mucho tiempo que no te sentías mujer en tu cuerpo de mujer y que habías perdido las ganas de muchas cosas, pero sobretodo la alegría de vivir. Y te dices a ti misma  que no es sólo que te guste mucho este hombre que te está hablando y acabas de conocer, es que te sientes afortunada y agradecida por que la vida te lo ha puesto enfrente, aunque sea por unos instantes. Después de muchísimo tiempo he vuelto a sentir, y mis ojos tristes han recordado la olvidada belleza.

Me digo a mi misma, que en qué estoy pensando todos estos años, en un ideal imposible, Y sí, he perdido el tiempo hundida en la prosa vil. Me gustan mucho los hombres, me gusta mucho la naturalidad y la masculinidad que destila la presencia de este hombre que quizás no vuelva a ver nunca más. 

Me ha despertado de este letargo en el que he permanecido sumida desde que me separé.
Todo el mundo se empeña en animarme a salir, a conocer gente nueva y la verdad es que sólo de pensarlo me entra una pereza importante. La gente sale, hace cosas divertidas, toma copas y liga. Yo, ahora mismo, paso.

Yo he salido muchísimo de joven, y salir en  plan caza mayor no me provoca absolutamente nada. 
No es que me encante la vida de eremita que he elegido ahora, pero es que uno no sabe a ciencia cierta cuando van a curar y cerrarse bien las heridas.

Te crees invisible y con el corazón rodeado de una carcasa de piedra, sin entender que, por las fisuras de la pose del personaje, de vez en cuando se escapa algo del brillo que permanece dentro del alma.
Lo que se me había olvidado es que siempre hay otros ojos que son capaces de mirar dentro de tus ojos y descubrir que tras la mera apariencia se encuentra el halo de lo que es  la verdadera belleza. 

Vuelvo de camino a casa intentando retener por unos segundos más su imagen, aunque a estas alturas ya sé que la imagen no es nada sin la presencia, que es algo así como la nota dominante de un perfume perfecto.

Y de vuelta a casa, me digo a mi misma, que quiero volver a enamorarme y sentir la magia de los inicios. Quiero sentir la calidez de todas esas primeras veces que al  recordar, dibujan una sonrisa en el rostro y nos tornan livianos. 

Enamorado se vibra en lo más alto y, tras el prisma del amor, el mundo parece un lugar más amable y el pensamiento se dirige hacia las zonas de sombra donde se encuentran los prodigios y maravillas.

Creo que, pese a todo, me aferro con fruición a la vida. No se necesita salir sin ganas de copas para encontrarlo, en ocasiones el aleteo del amor puede hallarse en un box de urgencias médicas a las seis y media de la mañana. 













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