jueves, 17 de enero de 2019

Intentando extinguir un estallido de angustia, me decía a mi misma, que en realidad no tengo motivos para estar mal cuando existe tanta belleza oculta en este mundo. Es el pensamiento mal enfocado el que produce tormento.

Con frecuencia no apreciamos todo lo bueno que nos otorga la vida en el día a día. En vez de alimentarnos de los deliciosos frutos que nos ofrece, vivimos (demasiado tiempo) obstinados en el lado oscuro.
Necesito volver a conectar el interior con las cosas buenas y bellas del mundo.
Los niños y sus sorprendentes miradas sobre los seres y las cosas.
El lienzo eterno del cielo, las aves y las nubes.
La fronda y la ciudad recortándose en el horizonte.
El perfume del amor, cuya nota corazón siempre permanece en la piel.

Todo este sufrimiento también pasará y volveré a ser la dueña de mi risa.

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