Ignoro cómo he podido mantener durante todos estos años la esperanza. Hubo mucho dolor, que al principio se sentía como un descomunal grito ahogado. He mirado mil veces en tu portal, en busca de alguna señal en la que sostener mi vana esperanza. Pero nunca hubo nada allí para mí.
Construí en mi mente, las historias más inverosímiles para aferrarme a la idea de ti. Pero nada tampoco por allá.
La magia hacía mucho que se había apagado y ya no quedaba nada de aquellas chispas traviesas.
Las heridas van curtiéndose poco a poco a través de la nueva vida que vas inventando e improvisando. Mejor dicho, viviendo. Hasta que dejan de doler y de molestar. Ahora, cuando te encuentras con ellas sólo sientes el malestar del tiempo que pareces haber perdido.
Y de pronto un día oyes por ahí una sencilla frase que resuena en todo tu interior:
Las heridas van curtiéndose poco a poco a través de la nueva vida que vas inventando e improvisando. Mejor dicho, viviendo. Hasta que dejan de doler y de molestar. Ahora, cuando te encuentras con ellas sólo sientes el malestar del tiempo que pareces haber perdido.
Y de pronto un día oyes por ahí una sencilla frase que resuena en todo tu interior:
"Y llega el momento en que aquello que extrañas ya no existe."
La frase además de resonar en mi interior, es concluyente. Y pienso, hoy no existe nada de aquello que él fue. Ni tampoco nada de lo que yo fui. Somos personas nuevas, cada cual con su camino.
Y resulta que por fin puedes cerrar el capítulo de las horas muertas. Y el vacío no sólo se ha de llenar con ansiedad y con comida. Es otra vida. Ya lo era hace mucho, sólo que ahora tomas conciencia de ella.
Y ya no quiero más de ese círculo que por fin cesó de girar. Mi bien más preciado es la paz. Y de alguna manera, a ratos, la siento.
Puede que así todo sea más insulso. Pero es más auténtico en tanto que no es un cúmulo de ideas y de pensamientos sobre la nada.
No estoy hoy muy acertada con las palabras, pero al menos llueve mansamente y me reconforta el repiqueteo de las gotas contra las superficies.
Ahora toca cuidarse y renovarse y pensar lo justo en el futuro incierto.
Todo es posible.
La una y cuarto fue tan sólo un instante.
Quizás su eco resuene por toda la eternidad.
Pero la música siempre será mejor compañera que el insistente eco.