lunes, 24 de junio de 2024

Crecer

 Siempre crecer, sin mirar atrás, aún a riesgo de caer al abismo.

Casi todo por descubrir y , sin embargo, atrapada por mucho tiempo en la inercia de hacer lo mismo. Muchas veces, pastando conformismo cual manso rumiante.

Pero algo se prende en mi espíritu dormido. Y empieza a tirar de mi. Y me tensa y eleva.

Siempre crecer, como única elección. Elegir la vida, incendiar el espanto.
Pedañito a peldaño, confiando en los pies y en las manos que aún nos guían hacia caminos extraños.

Nunca dar nada por hecho. Nunca dar nada por acabado.



Otra vida

A veces, me siento atrapada por una rutina contra la que  mi imaginación no puede competir.

¿Acaso no estaré desaprovechando la ocasión de nuevo? ¿Cómo se puede llamar libertad a algo que se siente como cadenas que me aprietan y me ahogan?

No he sabido llenar este tiempo de potencial puro más que con una sucesión de nuevas inercias. Podrán ser inercias más o menos cómodas, pero es que no me bastan, necesito sentir de nuevo la pasión incendiándome el alma.

Cuando estaba saliendo de mi última crisis, sentía que había perdido el tiempo hundida en la prosa vil.

Ahora lo que me pasa es que empiezo a no reconocerme en nada: ni físicamente, ni en lo que hago, es como si se hubiese destruido mi fuerte personalidad con la crisis y me hubiese dejado pastando conformismo cual manso rumiante.

A veces siento los malos hábitos dinamitando todo lo que soy.  Me veo repitiendo hasta la naúsea cosas y situaciones que se bien que no funcionan. Y lo peor es que lo sé y no hago nada para evitarlo.

Hace mucho, le decía a una niña a la que ayudaba con las matemáticas: poco a poco construiremos un castillo. Ese infame plural con el que nunca construí nada.

Desde  luego que perdí el tiempo hundida en la prosa. Pero tampoco he sabido fundirme en unos maravillosos versos. Y tampoco creo que sea necesario.

Sin darme cuenta había decidido, para poder soportar el dolor de mis diversas heridas, renunciar a sentir y así me quedé reducida a la más mínima expresión. Y así he ido funcionando por un tiempo que ya se me antoja demasiado largo.

Ahora me pesa la renuncia absurda a los pequeños y grandes placeres de la vida. Porque es innecesario renunciar. Porque más allá del perdón y de los sentimientos de culpa, también hay vida.

Quiero no reconocerme en lo que soy ahora. No voy a volver a caer. Lo acepto y es el punto de partida de mi progresivo cambio. 

He estado aterida de miedos y llena de destructiva ansiedad demasiado tiempo. Creí que nunca iba a volver a ser yo. El hecho es que nunca me fuí del todo. Y que ya no quiero está vida. Entonces no me queda más remedio que inventarme otra. 

Allá voy.