En el silencio más profundo de la noche, germinan sentimientos que la fría mente no logra mantener ocultos.
Entonces, entiendes que lo que está por venir se alimenta necesariamente de aquello que llevamos dentro. Quizás lo único que nos salve de ser y de hacer siempre lo mismo repetido en bucle, sea cambiar el enfoque de nuestra mirada.¡Qué se alivie nuestro dolor al detenernos por un instante en la contemplación de la belleza!
Y después de todo, y luego de nada, no pude ni puedo olvidarte. Y esa es mi gran derrota.