Ya no tengo miedo de volver a este enigmático y colosal misterio que es la vida.
Se va quedando mucho lastre en el camino, porque los huesos ya no nos sostienen tan seguros como antes y necesitamos aligerar.
Ha sido retirar la atención de algo que estaba muerto y caer la venda de los ojos. Empezar a ver con los ojos del alma liberada, por fin.
Todo esto es enigmático y siento el vértigo de lo desconocido. Me repele y atrae. La curiosidad siempre gana la partida a la repulsión.
Hoy me asomo a esa miríada de ventanas que han tenido a bien encender su luz para mi.
Sea lo que tenga que ser.